David Carmona (Granada 1985) creció en un ambiente donde de manera natural,  el flamenco tenía una presencia activa. En cada fiesta familiar estaba presente la guitarra y el cante. Si a esa cotidianidad propicia se unen unas condiciones excepcionales para practicarlo lo natural es que surgiera un artista precoz, como así ha sido.

Al año siguiente se matriculó en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba y allí lo conoció Manolo Sanlúcar, le vio las condiciones y la dosis de empeño que ponía en conseguir lo que ambicionada y el maestro extendió su manto y lo acogió, como antes hiciera, por ejemplo  con Niño de Pura o Vicente Amigo,  en el  restringido grupo de los elegidos.

Dice Norberto Torres en la reseña del disco para la revista digital La Musa y el Duende:

….”La sensación final es la de asombro ante la madurez y profun­didad que propone David Carmonaimaginando territorios de soledad y de nostalgia que ha tenido que cruzar para traer esta propuesta jonda, en una época en la que la frivolidad y la consigna consumista de usar y tirar como sueño de eterni­dad parece ser el valor de los valores.

Tampoco el disco invita a una lectura técnica. Todo lo contrario, sus aromas sugieren dejarte llevar por un mundo de sensaciones, de impresiones que  invitan a la poesía. Y la técnica de David Carmona es potente y sólida, hasta tal punto que parece que quien ejecuta es su maestro. Pero nada de exhibicionismo, de dejarse impresio­nar por piruetas para quitar el hipo, el mensaje está en otro lugar. Un rasgo asombroso hoy en un guitarrista tan joven y en esta su propuesta artística. Por este motivo, me reitero con el enigma que formulaba al principio, ¿dónde está la parte de Manolo Sanlúcar y dónde está la parte de David Carmona en esta obra maestra?
Afortunadamente, queda en la alternati­va del misterio”.